Un espectáculo creado junto a El Extranjero Teatro

Elenco: Merlina Molina Castaño / Luciano Ricio / Mariano Stolkiner

Música en vivo: Santiago Johnson / Ignacio Llobera

Asistente de dirección: Manuel Heredia

Dramaturgia y dirección: Mariano Tenconi Blanco


Todos los Viernes 23 hs.

Teatro El Extranjero - Valentín Gómez 3378

Reservas al tel.: 4862-7400 ó http://www.alternativateatral.com/

20 de abril de 2011

Crítica en "Pan y Teatro Social Club", programa radial semanal conducido por Marcela Cairoli

Adjuntamos la crítica de Moira Soto para el programa "Pan y Teatro Social Club".

Podés escucharla aquí:  http://panyteatro.com/criticas.php

9 de abril de 2011

Crítica de Moira Soto

Una alfombra cuadrada que lleva inscrito el nombre Montevideo delimita el escenario y traza los lindes de esa ciudad y sus afueras, donde transcurren las escenas quizás intercambiables de esta obra del realmente joven (1982) dramaturgo y director (también actor, pero no aquí) Mariano Tenconi Blanco. Se trata del Montevideo del amanecer de la década de los ’70, ya signada por el accionar de tupamaros, la guerrilla revolucionara marxista liderada por Raúl Sendic.
En esa ciudad, tupamaros ha realizado el secuestro de Dan Mitrione, ciudadano norteamericano, agente de la CIA en Sudamérica, experto en sistemas de tortura que dio lecciones en Brasil y Uruguay (“el dolor justo, el lugar preciso, la cantidad exacta para el efecto deseado”, según su propia síntesis). Por eso, al comenzar la obra hay en escena un hombre sentado de espaldas sujeto a una silla y otros dos, armados, que lo custodian, lo increpan, lo amenazan.
Sobre el escenario hay dos bicicletas, un sofá blanco, un perchero: los objetos que serán usados durante la representación y que, según las instancias del relato no cronológico, y con la complicidad de la cambiante luz, contribuirán a modificar el espacio, a achicarlo, a expandirlo.
Al fondo, en el borde de la alfombra, dos músicos, voces y diversos instrumentos que se irán integrando naturalmente a la narrativa por medio de varios temas originales, a veces banda sonora en vivo, a veces acompañando, subrayando el canto de los personajes, al cierre entonando un clásico punzantemente evocador (Adagio para mi país, de Alfredo Zitarrosa), el tema ideal para que esa emoción que subyace en el devenir del espectáculo, retenida por la desdramatización y la condensación en escenas tremendas (la ejecución de Mitrione), tiernas (la relación fraterna entre Francisco y Más, dos tupamaros recreados desde la ficción), románticas (la historia de Francisco y Ludmila, locutora de TV), cuando no francamente delirantes (las citas a Marx y Hegel en el momento menos apropiado, lo que lleva a que resuenen con mayor nitidez, a la vez que pegan como gags verbales).
Montevideo es mi futuro eterno es la primera entrega del ciclo Canciones de amor para hacer la revolución (ya están escritas Bollywood –acerca de Bolivia- y Las lágrimas –Argentina- y en marcha la pieza relativa a México, particularmente a Ciudad Juárez, donde las mujeres asesinadas vuelven como zombis en plan revanchista). Entre los/as dramaturgos más creativos y refrescantes surgidos en años recientes, Tenconi Blanco se toma diestramente –en su segunda obra estrenada- varias libertades que denotan una actitud desprejuiciada, desmarcada de estereotipos y solemnidades: trata el tema de la guerrilla urbana uruguaya de los ’60-’70 con un humor afectuoso, entrañable, nunca sarcástico ni descalificador; muestra una relación entre varones con componentes de tocante ternura, de cuidado mutuo, de confesiones íntimas; presenta una historia de amor entre un hombre y una mujer sin incurrir en clichés, con gracia inédita, jugando con el género (“callate, tonta”, le dice ella a él) y formulando algunos hallazgos poéticos singulares (“te amo tanto que quiero ser mujer, pero no cualquier mujer: yo quiero ser vos”).
Por otra parte, el autor de Montevideo va al cruce de géneros narrativos con notable soltura, las canciones brotan espontáneas, las letras se incorporan a la trama sumando información, ideas, referentes (el tema más osado, menciona en detalle los métodos de tortura de Dan Mitrione); asimismo, Tenconi Blanco se permite la representación dentro de la representación en la conmovedora escena reparatoria en que Más interpreta al padre de Francisco. Y desde el lado masculino alega a favor de géneros populares considerados “femeninos” como la telenovela, el bolero, por no hablar de la manera entrañable que encuentra de honrar el tango… En esta obra, un guerrillero puede decir: “Estoy enamorado de Raúl Sendic” sin que se le caigan los anillos.
Se hace difícil despegar el texto de Montevideo de esta puesta y estas actuaciones con las que forma un todo constituitivo con la impronta personalísima de un creador que supo encontrar y dirigir a intérpretes inolvidables por la humanidad que destilan, cada uno en su estilo y con distintos recursos. Mariano Stolkiner encarna a un Mas duro por fuera pero capaz de derretir esa máscara si la situación lo amerita; Luciano Ricio tiene un instinto infrecuente para la comedia, al que suma un carisma irresistible, y Merlina Molina Castaño (además idónea vestuarista) resulta una presencia femenina atípica que enrarece la atmósfera con su figura lánguida y plástica, la ligera afectación (deformación profesional de locutora, probablemente) con que habla, preservando su misterio hasta el final.

Moira Soto

3 de abril de 2011

cuatro funciones

cuatro fantásticas funciones de una obra que nos encanta hacer.

Fotografía: Ernesto Tuqui Donegana


prometo próximos posteos algo más "ensayísticos". luego de cada función solo me embarga un amor maternal por el fantástico trabajo de luciano, mariano, merlina, santiago e ignacio.

MTB